La violencia en Cataluña

El preu de la llibertat

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Se está gestando, la justificación para intervenir Cataluña o inhabilitar piezas clave del Gobierno cara la galería está siendo sencillamente, descarada. La gesticulación de los aparatos estatales podría haber sido digna de la ‘Sinfonía de los mil’ de Gustav Mahler, digo podría porque ahí quedó, lo que ha acabado componiendo ha sido una orquesta de barrio tocando reversiones de canciones trilladas de la feria de Villanueva del Arzobispo. De entrada ciertas intervenciones o acciones en frío sobre Cataluña afectarían gravemente más si cabe al índice de popularidad del Gobierno, tendrían que responder ante instituciones internacionales y lo más grave, ante el votante medio también. Así que han buscado varias ramas para anunciar futuribles acciones, Eduardo Inda desde la fábrica nacional de caspa Losantos S.L. explicaba sin rubor que en Cataluña actualmente hay más violencia que en los peores tiempos de Euskadi, donde bueno, se cargaban a algún juez y fiscal pero no tantos, así sin lubricar antes de la introducción. Hoy Alfonso Guerra clama al cielo la aplicación del artículo 155 de la Constitución, la suspensión de la autonomía. Cierto artículo al que apelan Alejo Darth Vader-Cuadras y varios elementos consumidores de Brummel a granel, no fue diseñado correctamente y expertos dicen que sería imposible su aplicación, sea por falta de personal o por la dificultad que conlleva controlar una comunidad autónoma como Cataluña.

¿Existe realmente violencia en Cataluña? Claro que sí, como existe en cualquier otra comunidad autónoma o región de occidente, energúmenos que resuelven conflictos culturales, irracionales o por falta de educación mediante la violencia hay esparcidos por todos lados. Banalizar la violencia así solo nos perjudica a todos como sociedad, porque existe realmente entre fanáticos del fútbol, desigualdades de género abusando de constructos opresores, fascistas que salen de caza para limpiar el país, ejemplos tenemos a decenas. Pero para mí la verdadera violencia no es la de un señor dejándose la piel por un trapo o ideología, por suerte son casos puntuales de momento y tenemos que saber distinguir, no representan ningún extracto de la sociedad. La verdadera violencia es la que infunde el Estado incumpliendo los pagos del 50% de la Ley de Dependencia, 90 personas al día mueren por falta de recursos y por falta de vergüenza de los dirigentes. Las comunidades autónomas están aguantando más gasto del negociado con el Gobierno y comienza a ser insostenible, pero no solo queda aquí la cosa, en miles de ayuntamientos acaban resolviendo lo que desde arriba son incapaces de resolver en materia social incluso sin herramientas adecuadas y con un presupuesto más que insuficiente.

¿Hablamos de suicidios? ¿Hablamos de la impasividad del Gobierno en el ámbito de la salud mental? ¿Hablamos de la creciente cifra de maltrato entre adolescentes? Todo esto son reflejos y cifras que sí representan a una sociedad enferma de valores, la peor violencia que existe es la de ignorar colectivos y personas que sí están siendo víctimas de la mala gestión. Una pelea por una rojigualda o una estelada a lo sumo acaba en urgencias y el caso más grave con puntos de sutura. Un Gobierno que incumple con la Ley de Dependencia y que suspende el examen de los DDHH de la ONU sí que está haciendo de verdugo, ante toda duda dejo el significado del término ‘violencia’ para que se entienda mejor:

La violencia es el tipo de interacción entre sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad.

Existe más violencia en la salida de cualquier discoteca chusquera del país que en 25 años de manifestaciones el 11 de septiembre, por eso encuentro deprimente desde mi tierra que fuera se intente vender que Cataluña es incluso belicista. No somos violentos, somos tierra de todos y por eso siempre hemos sido lugar de acogida ya sea nacionalmente o en ámbito internacional. Mi familia es una mezcla de gente que vino de Andalucía, Murcia e incluso Argentina, he crecido en el área metropolitana, barrio obrero como es Nou Barris y municipio tradicional como es Sant Joan Despí. Crecí jugando los veranos en campamentos con saharauis, me han educado en catalán en casa y uso el castellano para absolutamente todo, jamás he tenido problema alguno fuera de algún hecho puntual de gente amargada per se. También he vivido en los Pirineos tocando con Francia y tengo que decir una cosa, el único racismo o rechazo que vi allí es ver cómo al cruzar la sierra nos comienzan a considerar europeos de segunda. Pues es la misma fórmula que usan con Cataluña pero expandida fuera de España, la intoxicación propagandística, no caigamos en ella y centrémonos en el debate de ideas. Soy el primero que hago mil coñas sobre el nacionalismo banal que hay en España, pero tengo que decir que también soy el primero que se enerva cuando al salir de aquí escucho cómo algunos dicen según qué barbaridades que no se corresponden con la realidad.

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