La Vía Intermedia

El preu de la llibertat

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Hace algún tiempo descubrí el método de trabajo del músico Pepín Tré: I+D, investigación + descansos. Dicho método, consiste en realizar una extensa investigación (I) sobre un hecho u objeto sobre el cual se pretende comprender o explicar su naturaleza. Una vez hecho este trabajo, con la posterior publicación o análisis de la investigación pertinente, se pasa a la segunda fase del método: el descanso (D).

Esta segunda fase, la del descanso y la del silencio, es quizá la más relevante. Porque es cuando el sujeto en cuestión demuestra que entiende el concepto “libertad de expresión” y no lo confunde con “obligación de expresión”. Personalmente, me he tomado en serio este método de trabajo (y de vida) y por ello he tardado tanto en volver a escribir. Sencillamente, porque no tenía nada interesante que decir.

Es innegable (o poco discutible) que en estos momentos asistimos al punto de más incertidumbre social, política y económica de la historia reciente de la humanidad. Y pese a que Twitter y Facebook no son “la vida real”, no lo olviden nunca, observo con sorpresa el hecho de que hay más filósofos, moralistas, profetas, virólogos, politólogos y expertos que en cualquier otro momento de nuestra historia. Y no me malinterpreten, me parece una gran noticia el hecho de que por fin el grueso de la sociedad se manifieste y participe en el debate sobre la res publica (aunque sea vía redes sociales). Sin embargo, preferiría que la prudencia aristotélica, esa vieja virtud que consiste en buscar el término medio, fuera la tónica dominante frente al actual tono de dogmatismo y crispación que apreciamos en las discusiones sobre cualquier tema.

Por otro lado, sigo admirando profundamente la figura del “cronópio” de Cortázar. Sin llegar a ser un “lobo estepario”, su conducta impasible es la de aquel hombre que vive con cierto margen y distancia sobre las cosas. Es la postura del poeta, en cierto sentido asocial, que analiza la realidad con un gran sentido crítico y la plasma en su obra, en su mundo interior. Algo así como un árbitro sin silbato en un salvaje partido de fútbol siendo consciente de que no puede interrumpir el juego. El mundo actual necesita de la prudencia de esas personas, pues en este momento, tan sólo ellos son capaces de elevarse sobre el fango para crear algo de belleza. Para crear música por encima de la música.

Ojalá se les escuchara más a ellos que a los que hacen tanto ruido. Porque hemos llegado a una situación de tal hartazgo, de empacho como decía maravillosamente Gabilondo en su despedida en “la voz de Iñaki“, que ya escuchamos más alto y nítidamente a catequistas modernos y malditos charlatanes (famas) que a personas prudentes (cronópios). Personalmente, siendo abiertamente contrario a la retórica de estos nuevos tiempos de polarización y defendiendo que el pensamiento debe estar siempre de paso, intentaré aportar mi modesta visión e interpretación de la realidad en La Vía Intermedia. Porque eso de ser un dogmático militante… hay un momento en que se pasa. Y como decía Krahe, prefiero caminar con una duda que con un mal axioma.

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