¿De qué equipo era Franco?

El preu de la llibertat

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Es inevitable escuchar cómo se relaciona al dictador Francisco Franco con los grandes equipos españoles cuando se acerca un Clásico, cuando se habla de las Copas de Europa del Real Madrid o simplemente cuando hay más alcohol que razón en la barra de algún bar. No obstante, este tema no deja de ser uno de los grandes misterios de la historia del fútbol español así como también un arma arrojadiza para todos aquellos que buscan demostrar que uno u otro equipo fue beneficiado por la dictadura.

Real Madrid, Barcelona, Atlético de Aviación… no son pocos los candidatos a haber ocupado el negro corazón del Caudillo. Es cierto que hubo ciertos tratos de favor del gobierno franquista hacia varios equipos, tanto como que eran conscientes de la importancia de mantener vivo un deporte que comenzaba a consolidarse como una buena herramienta para el control de las masas, algo importante tanto en la difícil posguerra primero como en la no menos difícil dictadura después socialmente hablando. Así pues, trataremos de poner algo de luz a uno de los debates más ancestrales del fútbol español.

Francisco Franco junto a Santiago Bernabéu
Francisco Franco junto a Santiago Bernabéu

El primer equipo con el que históricamente se ha relacionado a Franco ha sido el Real Madrid. Es imposible encontrar a alguien que no haya escuchado la cantinela de que las seis primeras Copas de Europa fueron regaladas por el Caudillo al conjunto blanco o que les ayudó con ciertos fichajes de relumbrón.

Comencemos con uno de los principales argumentos que se emplean como es que el Generalísimo medió para que Alfredo Di Stéfano recalara en el Real Madrid en lugar del Barcelona. Quizá este sea uno de los casos más complejos, por lo que debemos detenernos sin escatimar en explicaciones. A comienzos de 1954, cuando La Saeta jugaba en Millonarios, el secretario técnico azulgrana Josep Samitier vio el enorme potencial que atesoraba el argentino y comenzó a negociar su traspaso con River Plate, equipo del que procedía el jugador, ya que aquel mismo año una resolución de la FIFA decía que en octubre de ese mismo año todos los futbolistas que habían emigrado a Colombia debían regresar a Argentina ya que no reconocían la oficialidad de la liga del país cafetero. Una vez cerrado este acuerdo, el Barcelona trató de hacer lo propio con Millonarios para que pudiera incorporarse lo antes posible (de hecho Di Stéfano ya se encontraba en la Ciudad Condal con el equipo), pero no llegó a haber acuerdo con el conjunto colombiano, que acto seguido aceptaron una oferta que llegó por parte del Real Madrid. Al parecer y ante los ojos de la FIFA, el contrato firmado por el conjunto blanco y Millonarios era papel mojado por la no oficialidad de la competición cafetera. Finalmente, Armando Muñoz Calero, ex presidente de la Federación Española de Fútbol, fue elegido como mediador por la FIFA y optó por la decisión salomónica de que La Saeta Rubia jugase sus dos primeros años en el Real Madrid y los dos siguientes en el FC Barcelona, algo que el Barcelona en un principio acató pero después se echó atrás cuando buena parte de la directiva dimitió por su descontento con la resolución. En su autobiografía autorizada ‘Gracias Vieja’, Alfredo Di Stéfano evita caer en temas políticos en todo lo relacionado con su fichaje por el Real Madrid y su no fichaje por el Barça, limitándose a contar que todo fue fruto de unos líos jurídico-deportivos. Todo se resolvió con el Real Madrid abonando el doble de lo que pagó el Barcelona a River Plate y quedándose con el futbolista en propiedad. ¿Chapuza? Sí, pero hasta aquí no se aprecia ninguna intervención franquista en el fichaje, no obstante, el historiador Ángel Iturriaga señaló en una entrevista que “El presidente del Barça, que era un importante empresario del sector textil barcelonés, tenía que recibir la cuota anual para poder sacar la cantidad de negocio que podía exportar al año. Se cuenta que el presidente fue presionado en aquel momento y que terminó negociando a los derechos sobre el jugador, pero de eso no existe una documentación que lo atestigüe”.

La llegada de Di Stéfano al Real Madrid marcó el inicio de la época dorada del conjunto merengue, algo que quedó plasmado con las cinco Copas de Europa consecutivas entre 1955 y 1960 además de la ganada en 1966. Este es otro de los argumentos para teñir a Franco de madridista. Es lógico que el Caudillo aprovechase los triunfos del Real Madrid en Europa para tratar de limpiar la imagen del régimen y dar una sensación de prosperidad de cara a todo el Viejo Continente… pero no porque fuese madridista, sino porque comenzó a ser consciente de la potencial arma mediática que comenzaba a ser el deporte rey, algo que iremos viendo más adelante con otros equipos. En cuanto a que esos trofeos fueron regalados, no olvidemos que la competición entonces contaba con menos de la mitad de equipos que ahora, más desiguales y, arbitrajes pésimos a un lado, era más probable que ahora el hecho de que un buen equipo arrasara en el torneo.

Kubala y Di Stéfano con la camiseta azulgrana
Kubala y Di Stéfano con la camiseta azulgrana

Sin ir más lejos, llegamos al “Franco era del Barça”. Gran parte de los que esgrimen esta afirmación se escudan en que el gobierno franquista ayudó enconómicamente a los azulgranas con una serie de recalificaciones de terrenos que evitó que el club cayera en bancarrota. Como hemos repasado anteriormente, Franco era consciente del potencial del fútbol para ‘controlar a las masas’ y no podía permitir que un club como el Barcelona desapareciese o las pasara canutas sabiendo que eso podía tensar las relaciones con la burguesía catalana por un lado y con los ciudadanos catalanes por otro, que acudían al campo a desahogarse con el rival y el siempre acribillado colegiado. Es por esto que el Barça se benefició de estas recalificaciones y otras operaciones urbanísticas como también lo hicieron muchos otros clubes de fútbol, tal y como veremos de nuevo más adelante. A cambio, y de nuevo como también muchos otros conjuntos de la época, el Barça condecoró en varias ocasiones al Caudillo.

Si Franco ayudó al Real Madrid con Di Stéfano, tampoco falta la versión antagonista: que ayudó al Barcelona con el fichaje de Kubala en 1950. Esta ayuda se limitó a la nacionalización del futbolista húngaro -país entonces satélite de la URSS- en una operación que parecía beneficiar más al régimen ya que había ‘reconvertido’ a un comunista que al propio Barça, que tuvo que pagar por él como en cualquier otro fichaje.

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Franco recibiendo a la directiva del Barcelona
Franco recibiendo a la directiva del Barcelona

El Atlético de Madrid tampoco se salva, y es que parece haber muchos vínculos entre el conjunto colchonero y Franco. El entonces denominado Atlético de Aviación, equipo surgido de la fusión entre el Athletic Club de Madrid y el Aviación Nacional, era un equipo de origen militar (algo que gustaría al Caudillo) que curiosamente ganó las dos primeras Ligas de la posguerra después de haber estado a punto de descender a la Segunda División antes de la fusión. Se le atribuyen tratos de favor a los rojiblancos por parte del gobierno como el hecho de las facilidades que encontraron para construir el Estadio Vicente Calderón sobre la M-30, que el Estadio Metropolitano fuera el primero en contar con luz artificial (lo cierto es que alguno debía ser el primero) o que fuese el equipo elegido para enfrentarse a las selecciones la Luftwaffe y la Aviazione italiana (algo en parte lógico al tratarse de un equipo de militares y el mejor conjunto español entre 1940 y 1944, que es cuando se disputaron los encuentros). De la misma forma que por ejemplo se vincula a Santiago Bernabéu con el franquismo, Vicente Calderón era también un acérrimo partidario del régimen.

Aunque no ha sido tan sonoro, también se ha relacionado durante mucho tiempo al Caudillo con el conjunto de su localidad natal, el Racing de Ferrol. La principal baza que juegan los partidarios de esta opción es que los coruñeses llegaron a la final de la Copa del Generalísimo en 1939, apenas dos meses después de la victoria del bando sublevado en la Guerra Civil Española. Podría parecer que el hecho de que este equipo, entonces militante de la Segunda División, llegase tan lejos en una competición portadora del nombre de Franco fuese una muestra de poder del dictador o un guiño a su tierra. No obstante, aquel torneo se caracterizó por contar con 14 equipos y sólo 4 de los cuales de Primera División (Betis, Sevilla, Racing de Santander y Osasuna). El Racing de Ferrol se clasificó imponiéndose en el torneo regional a Celta y Deportivo, los dos grandes equipos gallegos; cabe destacar que para evitar suspicacias, los ferrolanos ya lograron una gesta similar en 1929. Ya en octavos, los ‘Diablos Verdes’ tuvieron que verse las caras con la Selección de Asturias, que renunciaron a la competición, por lo que se plantaron en cuartos de final frente al Donostia FC, a los que vencieron por un global de 3-1, para disputar las semifinales con el CD Baracaldo Oriamendi, eliminatoria que se saldó con 3-2 para los gallegos. Tras haberse enfrentado a dos rivales de Segunda División, el Racing de Ferrol no pudo hacer nada en la final frente al Sevilla de la ‘delantera Stuka’, cayendo 6-2 frente a los hispalenses. No hubo nada extraño en esta competición, simplemente que los ferrolanos tuvieron suerte con los cruces y es inevitable pensar que si de verdad hubo cierta ayuda del franquismo, ¿por qué el supuesto equipo del Caudillo se quedó a las puertas de la gran victoria?

El general Moscardó hace entrega de la Copa del Generalísimo a Campanal, capitán del Sevilla / ABC
El general Moscardó hace entrega de la Copa del Generalísimo a Campanal, capitán del Sevilla / ABC

Existe otra posibilidad: que no fuese de ningún equipo y que le resbalase el fútbol al igual que a otros dictadores militares. A lo largo de la historia, no son pocos los mandatarios totalitarios a los que les ha dado completamente igual el fútbol y que sólo han mostrado interés en este deporte por su seductora habilidad para atraer a las masas. Un caso claro lo tenemos en Benito Mussolini. Es sabido que al Duce nunca le interesó el fútbol, pero vio en la organización del Mundial de 1934 la oportunidad perfecta de mostrar al mundo de lo que la Italia fascista era capaz, por lo que tuvo que hacerse futbolero a la fuerza. Como todos sabemos se declaró fan de la Lazio, equipo de la capital que en su escudo ya portaba el águila de la Roma Imperial, de la que el dictador rescató el saludo con el brazo derecho en alto, pero su relación con el fútbol no fue mucho más allá. Otro dictador futbolero a la fuerza fue el argentino Jorge Rafael Videla, que a pesar de aborrecer el fútbol no podía darle la espalda y menos en un país como Argentina en la década de los 70. Al igual que su homónimo italiano, Videla trató de ocultar las represiones y desgracias que sufría su país bajo el manto de un mundial de fútbol, el de 1978. Y es que para muchos militares la auténtica estrategia no se encuentra en un campo de fútbol, sino en el campo de combate de una batalla, por lo que ven al deporte rey como un mero juego de niños pero sin perder de vista su inigualable control de masas, como ya hemos repetido varias veces a lo largo de este artículo.

Como conclusión de todo lo descrito y a modo de vista personal, Franco no era de ningún equipo. En su llegada al poder tras el fallido golpe de Estado y posterior Guerra Civil, el Caudillo vivió el declive de la tauromaquia como ‘deporte rey’ en España y el ascenso del fútbol, por lo que tuvo que asegurarse de que el nuevo opio del pueblo no se diluyese concediendo el máximo trato de favor posible a los clubes y aprovechándolo como escaparate internacional gracias a los éxitos de los clubes españoles en Europa; en este caso el Real Madrid.

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