La inesperada virtud de vivir a contrarreloj

El preu de la llibertat

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Me apetece escribir sobre el tiempo, y no el meteorológico. Así que… ¿por qué no?

El tiempo, es algo con lo que tenemos que aprender a convivir, más bien a sobrevivir. Conforme las personas se van haciendo mayores, y alcanzan mayor grado de responsabilidad y tareas, el factor tiempo se vuelve cada vez más importante. Entregar un trabajo, hacer un examen, llegar puntual a la estación…, son tareas cotidianas que, si tienen un denominador común, es el hecho de estar marcadas por el tiempo, por la obligación de llegar cuando tienes que llegar, de hacer las cosas cuando debes, y no cuando te convenga. Porque la vida, es galopar por un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Y no sé, si como Robe, tan humilde soy. Lo que sé con certeza, es que el paso del tiempo me intriga y, como hoy, a menudo reflexiono sobre esta cuestión.

Quizá lo haya, pero no recuerdo verso en una canción tan apropiado para comenzar a hablar del tiempo como “el tren de ayer se aleja, el tiempo pasa”, de Joaquín Sabina. La concepción del tiempo como pasado, presente y futuro, es una simplificación para ordenar nuestras vidas. Porque dentro del caos y la anarquía vital que cada persona pueda tener, siempre hay un orden, una rutina. Una misma sucesión de hechos y acontecimientos que se repiten día tras día. Por ejemplo: te levantas, te arreglas, te vas a trabajar/estudiar, comes, disfrutas de tu tiempo de ocio, cenas y duermes. Esto es, lo que hoy en día, se llama rutina. Y ahora en Septiembre, no es casual que el 90% de jóvenes que publican en redes sociales, lo hagan con comentarios como “vuelta a la rutina”. ¿Odian los jóvenes la rutina, o más bien les aburre el orden? Esa es otra cuestión.

Hay gente que necesita vivir con horarios, con metas, con límites. Otra gente, que trabaja mejor contrarreloj, con la presión del último momento, con la adrenalina del estrés. Pero los dos grupos, convergen en el mismo punto. Porque el tiempo es finito, no se detiene. Da igual lo lejos que esté ese examen en el calendario, e igual da cuando empieces a estudiar. Lo que es seguro, cierto y preocupante, es que el examen llegará. Y cada segundo, minuto y hora que pasa en el reloj, ese día está más cerca.

Vivimos bajo unas reglas temporales inmutables, que condicionan nuestra vida, nuestro día a día. La rutina, no es más que un orden de acontecimientos atravesados por un camino empedrado de horas, minutos y segundos. La condición humana, estará siempre históricamente condenada a repetirse ad infinitum, día tras día. Por supuesto nos queda la rebeldía, el intentar convencerte a ti mismo de que no eres igual a la demás gente, que no necesitas un orden en tu vida. Intentar convencerte, de que no eres parte de la rutina.

Rust Cohle/Fotograma de True Detective

Pero, como decía Rust Cohle en True Detective, el tiempo es un círculo plano. Todo cuanto hemos hecho o hagamos, lo repetiremos una y otra vez. Y posiblemente los humanos seamos así, curiosamente repetitivos, rutinarios y ordinarios. Y ¡claro que podemos escapar de la rutina y el orden de vez en cuando! Incluso es saludable cambiar de aire, cuando este está muy viciado. Pero lo que es innegable, es que “el tiempo y el mundo, no se detienen. El cambio, es ley de vida. Y los que solo miren al pasado o al presente, se perderán el futuro”. Un futuro marcado por un reloj, que no se detiene y que mientras lees estas últimas líneas nos invita a pensar que el tren de ayer se aleja y el tiempo pasa. Que la vida alrededor, ya no es tan nuestra. Y que vivimos a la deriva, sintiendo que todo marcha bien.

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