El PS#AE, el Procés y la hegemonía cultural

El preu de la llibertat

Des del 2013 a Revista Mirall hem treballat per fer realitat un espai de periodisme valent, crític i combatiu. Seguim en peu gràcies al suport voluntari dels nostres subscriptors. Suma't des de només 2€/mes

Esta es sólo una de las veces en las que el Partido Popular se ha negado a condenar la dictadura franquista. A priori, podría parecer que el hecho de que un partido fundado por altos jerarcas franquistas (que Washington situaba demasiado escorado a la derecha) se negara a condenar el genocidio que capitaneó el “frígil cristiano dictador”, como así lo llamaba Don Javier Krahe, podría resultar incluso normal. No obstante, cuando veo declaraciones como estas de Angela Merkel, muy a la derecha en lo económico e impulsando un austericidio que está asfixiando a los pueblos del sur de Europa, condenando sin ambages el régimen nazi y atribuyendo la única y exclusiva responsabilidad de la barbarie alemana al pueblo alemán, comienzo a plantearme si vivo en un territorio que forma parte política del proyecto europeo contemporáneo o del de Otto von Bismarck.

Si el partido hegemónico de la derecha es así, se espera una oposición dura a la izquierda. Resulta flagrante ver cómo el PSOE (o PS#ArribaEspaña), partido con mayor número de años al frente del gobierno, no ha sido capaz de inmergir en el imaginario colectivo la idea de que la barbarie franquista se produjo mucho más allá de la guerra, que el régimen fascista persiguió a toda vanguardia, artista o tendencia sexual que se desviase de los rígidos pasajes que venían compuestos desde arriba para que todo el mundo bailase al son del nacionalcatolicismo. A mí (no sé a vosotras), me resulta indigno y vergonzante formar actualmente parte del segundo país del mundo con mayor número de fosas comunes por detrás de Camboya; sólo un pueblo sin memoria es un pueblo que vuelve a tropezar dos veces con la misma piedra. A modo de anécdota, me gustaría plantear esta experiencia personal; imaginad por un momento que os becan como Community Manager (gestor/a de RRSS) durante el verano. Un día, de pronto, hay una presentación de un documental que condena la represión franquista, y decidís, a la hora de compartirlo, expresar en nombre de un consistorio pequeñito la repulsa de este a un régimen asesino. Cuál es vuestra sorpresa que al día siguiente hay comentarios diciendo que un Ayuntamiento debe mantenerse neutral a nivel político. Cuando todavía cuestiones como una dictadura y un genocidio se plantean como temas “políticos” y desde la institución te instan a retirar una condena al Franquismo te das cuenta de que gobernar también puede ser sinónimo de perder el tiempo.

Y el problema de fondo que vengo hoy a denunciar (y que tiene un estrecho vínculo con la situación del Procés), es la incapacidad de los dos principales partidos de izquierdas españoles de ser firmes en su voluntad de construir hegemonía cultural. La hegemonía cultural de la que hablaba Gramsci (más info. aquí) consiste en que tú como fuerza política seas capaz de hacer aflorar una idea en el imaginario colectivo, y hacer que tu planteamiento acabe dominando social y culturalmente, de modo que una mayoría lo asuma como su propio planteamiento o lo naturalice. De esta forma, al normalizar ese tipo de ideas y de situaciones en la sociedad resulta mucho más fácil conseguir tus objetivos políticos. IMG_8826A modo de ejemplificar cuanto estoy intentando plantear, quiero poner el ejemplo del Ayuntamiento de Manuela Carmena y el del Procés, ambos con gran parte de la opinión pública en contra. Mientras Manuela Carmena como supuesta alcaldesa del cambio recula siempre que tiene a la opinión pública en contra porque no ha sabido normalizar ciertos valores y actitudes que nos guiaban hacia unmundo de respeto y tolerancia (véanse forzar a Zapata a dimitir ante un par de chistes fuera de contexto o al resto de regidores sustituidos por defender sus principios, véase dar la razón a los media ante el ataque a los pobres titiriteros o véase volver a una carroza de Reyes Magos más institucional y negarse a normalizar ciertas conductas como unamujer reina ante las críticas de las élites que nada quieren que cambie), Junts pel Sí ha demostrado que, pese a que imputen a algunos de los miembros de sus listas por hacer cuanto creen justo diga cuanto diga la opinión pública, una parte importante del pueblo catalán los va a continuar respaldando.

Y aquí (y digo esto desde fuera de Cataluña), es donde se ve quién actúa como un cobarde temiendo el rédito electoral que puede tener a corto-medio plazo y quién piensa más allá, construyendo una alternativa sólida de futuro en base a los anhelos y voluntades de su pueblo (véase el ascenso meteórico de ERC en las encuestas catalanas). América Latina nos enseñó lo que era el 15-M y a coordinarnos para construir un país mejor. Parece que hemos decidido volver a mirar al fracaso y a la desesperanza. Parece que seguimos pensando que la letra con sangre entra, que vamos a seguir, en palabras de Unamuno, siendo “una deformación grotesca de la realidad europea”, y que, como en casi todo, nos gusta seguir a la cola de por vida. Cataluña, por el contrario, ha decidido mirar al frente, y, pase lo que pase este primero de octubre, yo no voy a ser absolutamente nadie para cuestionar que un pueblo con un proyecto de futuro decida continuar adelante. Desde luego, si algo me queda claro cada día que pasa, es que el PSOE de los GAL, de la reforma laboral, de las privatizaciones, del 135 e incapaz de perseguir al franquismo y conseguir que España tenga memoria, difícilmente será capaz jamás de volver a generar ilusión.IMG_8822

- Publicitat -