Hace poco tiempo que dejamos de ser locas para que ahora nos digan que somos fruto de un papel inventado por una propaganda supuestamente feminista, que tampoco existe. Los únicos que deliran son ellos, siempre queriéndonos hacer encajar en su particular visión del mundo. La objetividad es el nombre que se le da en esta sociedad a la subjetividad masculina.

Toda la vida he tenido que sentirme identificada con personajes masculinos de diferentes películas, series, de cualquier producto audiovisual o literario, porque básicamente excluían a la mujer de roles de poder. Y si existía alguna, era al servicio de la mirada y placer del hombre, jamás para nosotras. Porque ya se sabe, ni estamos, ni contamos para el resto del mundo, aunque conformemos media humanidad. Estaba harta de ver como las mujeres sólo podíamos ser buenas novias, esposas, mejores trabajadoras –si teníamos un punto de rebeldía tarde o temprano se nos “curaba”–, no éramos molestas, no incomodábamos. Papeles planos y personajes aburridos con los que nunca lograba conectar. Como si faltase vida en ellos, como si en vez de representar la realidad conformasen un cuento que nos debíamos creer y emular. Pero conmigo no pudieron. Siempre vi más divertido los papeles del hombre, hasta un triste oficinista –Jack Lemmon en El apartamento – tenía más diversión que todos los personajes de Audrey Hepburn juntos; siempre al servicio del deber: desde Vacaciones en Roma hasta en La calumnia. Poco a poco la cosa ha ido evolucionando pero con vergüenza y recelo.

La objetividad es el nombre que se le da en esta sociedad a la subjetividad masculina

De pequeña nunca llegué a saber –y eso que me la tragué entera– cuál era la orientación sexual de Xena y qué tipo de relación mantenía con Gabrielle. Era como si los guionistas tuviesen pudor de hablar de algo que es tan natural como la vida, como el nacer y el morir, como el respirar. Amar forma parte también de nuestra existencia, y los personajes que se salen de la heteronorma resultan ser entes confusos y borrosos, que cuesta mucho comprender. No tiene sentido. En esto también hemos avanzado. Ahora incluso podemos ver como hay movimientos en favor de la normalización sexual femenina, porque la masculina hace muchos años que se desarrolló por un sendero más sano y estable – ¿cosas de ser hombre?–. Incluso tenemos al enorme y eterno Paul Newman representando un personaje gay en La gata sobre el tejado de zinc. Nuestra total independencia pasa por hacer entender que nuestra sexualidad también tiene que ser libre; libre de prejuicios, de vergüenzas, libre del que dirán, alejada de la hipersexualización complaciente con el desdeo masculino y heteropatriarcal.

Cuando quieres ser heterosexual pero no puedes
Cuando quieres ser heterosexual pero no puedes

Es importante que haya personajes queer, lesbianas, bisexuales, igual que es importante que haya de cualquier color y etnia, o una representación real de los cuerpos femeninos en la massmedia. La realidad se tiene que imponer, no la enajenación y sueño de los hombres que hasta hace poco reinaba dictatorialmente, y pelea por seguir haciéndolo. Esa sociedad ideal donde nosotras callamos y ellos deciden, donde nosotras somos moldeadas por sus fantasías sin jamás ser escuchadas, ha llegado a su fin. Para vivir en una sociedad plural, abierta, que consienta, tolere y apoye la diferencia, es crucial que tengamos personajes de todos los espectros, de todos los colores y formas. Debería convertirse en un mantra universal: todos somos únicos y especiales, todas merecemos respeto por el simple hecho de ser personas. Los medios de comunicación, el cine, la televisión, tienen que ayudar a este proceso de normalización.

Debería convertirse en un mantra universal: todos somos únicos y especiales, todas merecemos respeto por el simple hecho de ser personas

Audi pervirtiendo a los niños
Audi pervirtiendo a los niños

Vivimos tiempos en que ser diferente es un acto totalmente revolucionario, por el simple hecho de existir. Y no debería de ser así. Tenemos derecho a que nuestros niños, a que nosotras, a que nuestros compañeros, nuestras madres, nuestros padres, a todxs los que conformamos la sociedad podamos ver roles, ver personajes que representen algo tan complejo como es la realidad. Porque si bien la vida imita al arte, el arte debería de comprender y respetar la vida en todas sus formas. Puede que esto también se solucione con la entrada de más mujeres guionistas, periodistas, directoras de cine, criticas que plasmen su particular visión de la vida y del mundo, y que poco a poco la realidad se vuelva más caleidoscópica. Pero no nos hemos de conformar con un futuro mejor, nosotras vivimos el ahora, necesitamos que nuestro presente se adapte a nuestras necesidades actuales. Lo necesitamos por nuestra propia salud mental y por una justicia total que jamás se ha hecho, que tenemos que exigir e imponer de inmediato.

personajes que representen algo tan complejo como es la realidad

Quiero que todas esas niñas, todos esos niños que crecen en esta sociedad patriarcal, tengan referentes que se salgan fuera de la heteronorma. Simplemente que sean ellos, que impulsen a esa nueva generación y a todas las que existen a ser únicos y especiales; a la vez entender que todos somos en el fondo y superficie lo mismo: simples humanos, complejos pero idénticos en cuanto a preocupaciones. Si esto es propaganda feminista, estoy encantada de que exista. Si mirásemos un poco más allá y viésemos que es la voz de un pueblo reprimido que ya no quiere callar, daríamos el siguiente paso: intentar comprender nuestro mundo.

Nos gusta ser feminazis, ¿y qué?
Nos gusta ser feminazis, ¿y qué?

No podemos negar llegados a estas alturas que los medios influyen en la forma que tenemos de ver la vida, modificando nuestros deseos y haciéndolos encajar con los de la sociedad. Demandamos personajes con los que las niñas y niños, con las que los adolescentes, la gente joven, adulta y anciana puedan sentirse identificados. Con las que no tengan que fingir que encajan sino que lo hagan. De ahí la importancia de tener personajes LGBT, así como a mujeres conscientes de su poder, de su feminidad y su propia existencia, que se rebelen de las cadenas patriarcales y decidan liberarse por ellas mismas.

los medios influyen en la forma que tenemos de ver la vida, modificando nuestros deseos y haciéndolos encajar con los de la sociedad

Una simple mirada basta para convertirlos a todos
Una simple mirada basta para convertirlos a todos

Necesitamos a princesas Disney que se cuestionen su sexualidad, porque queramos o no, Disney forma parte del ideario colectivo de nuestra sociedad; cuenta historias que trascienden generaciones. Necesitamos cuentos  donde las niñas puedan ver reflejados sus propios sentimientos y puedan dejar de engañarse. Porque si a Elsa le gustase una mujer no pasaría nada, seguiría siendo Elsa, pero para mucha gente se habría abierto una ventana de luz y esperanza enorme. Esa gente que maldice y repele lo que no entiende, cada vez tendría menos oportunidades de despreciar la riqueza emocional, sexual, cultural y sentimental que conforma la especie humana. Y todas a las que alguna vez nos sentimos diferentes, podríamos dejar de culparnos, sentirnos mal, y comenzar a entendernos y a dejar de juzgarnos.

No logro comprender como hay gente que cree que existe algo así como la publicidad feminista. Es muy triste que una película que busque equiparar a ambos sexos sea considerada simple material promocional, cuando trata de representar la vida. Se habla de propaganda feminista en la reciente película de Star WarsRogue One –, donde hay más robots y naves que mujeres.  Como si tener figuras femeninas representando roles de poder, posiciones muy diferentes de las que hasta hace muy poco estábamos acostumbradas y aburridas de ocupar fuese algo extraño a nuestra persona. Somos mujeres, no floreros, no muebles, aunque nos traten como mascotas y simples animales domésticos –o en el mejor de los casos como fieras felinas– todo esto con perdón de los animales. No lo somos, por mucho que les gustase que todo siguiera siendo igual. Nos ha costado veintiún siglos llegar a este punto de la evolución, del progreso humano fomentado también por nosotras y no pensamos callarnos. No es publicidad, es la realidad.

Se habla de propaganda feminista en la reciente película de Star WarsRogue One –, donde hay más robots y naves que mujeres

Personajes, que por cierto, son más profundos, más poliédricos que los masculinos vistos una y otra vez en el cine hasta la fecha. Fomentamos lazos de paz, escuchamos, somos comprensivas, tendemos la mano hasta a nuestro enemigo, creemos en la lucha sin violencia y al mismo tiempo somos combativas. La vida, la historia, el mundo, ellos nos han hecho así. Desconocen lo poderoso de la deconstrucción y como nos permite ensamblarnos por partes, una vez revisadas todas esas conductas, todas esas mentiras metidas a sangre y fuego que tanto sufrimiento nos ha causado. Y la represión de nuestro yo verdadero que puede por fin ser libre. Si queréis llamarle propaganda feminista al empoderamiento femenino, adelante, hacedlo. Pero no será más verdad por mucho que lo repitáis. No veréis a mujeres alejándose de su feminidad, queriendo emular a hombres  – y si quisieran hacerlo estaría perfecto– , veréis a mujeres de todas las clases y tipos. De todas las feminidades habidas y por haber. Porque nosotras no imponemos como tiene que ser el mundo, sólo representamos lo que sentimos de él. Lo transformamos y lo imprimimos, no reprimimos, no imponemos. Lo único absoluto en la vida es ser unx mismx y sentirse libre, para ser y para poder amar.

Desde que hay mujeres jedáis, Star Wars ya no es lo que era
Desde que hay mujeres jedáis, Star Wars ya no es lo que era

Porque tenemos que liberarnos a nosotras mismas de las ataduras de esta sociedad. Cualquier otra forma nos llevaría a depender de nuestro salvador, cuando no le debemos nada a nadie, sólo a nosotras mismas. El movimiento feminista existe para romper las cadenas heteropatriarcales que frenan el progreso y la evolución humana. Normas y leyes que nos han traído hasta este callejón sin salida del que ansiamos escapar lo antes posible.

Nosotras no hemos venido para convertirnos en las nuevas opresoras, estamos aquí para que nadie tenga que sentirse siervo jamás. El futuro lleva nombre de mujer.