Hola, probablemente si estás leyendo esto sabrás perfectamente lo que vas a encontrar. No es que quiera llamar la atención con el título, ni nada de eso, resulta que sólo tengo este pequeño espacio en la red, este mundo virtual para poder existir como persona. Sólo tengo un pequeño hueco en el que se permite decir lo que pienso –aun así con todo el hate existente en internet– pero digamos que me permite ser quien soy, aunque esté expuesta a un odio sobrehumano. ¿Mi único pecado? Haber nacido mujer, en este rincón del planeta, pertenecer a un mundo privilegiado, aunque muchos de esos privilegios estén en mi contra. No puedo quejarme por ser quien soy, ni por hacer lo que hago, no se me permite quejarme porque desde todos los lados me bombardean con mensajes de “ya somos iguales”, y también del tipo “el feminismo es cosa del pasado”. Oye pues no. El feminismo es algo que rechacé muchos años en mi vida y de los cuales me arrepiento muchísimo. Tenía miedo y estaba muy engañada, pero ahora ya no lo estoy. De tanto machacarme, de tanto quitarme cosas y prohibírmelas han hecho –habéis hecho– que ya no tenga miedo. ¿Cómo voy a tener miedo de un mundo de locos en el que se me dice que yo soy la loca? ¿Cómo puedo estar loca si lo único que quiero es un mundo en paz, con personas libres y felices? Que alguien me lo explique – mejor que no, porque si no se me va a saturar la vida de comentarios mansplainers y mira, con eso ya no puedo más –.
Que si somos unas locas, que si nos quejamos de vicio, que si feminazis, que si hembristas. Todo. Lo somos todo. No me apetece darles el gusto de sentirme mal, de que hagan mella en mí todos estos comentarios machistas y reaccionarios, y supongo que en todas nosotras, pero no quiero generalizar ni hablar por todas las feministas, porque no soy la reina de nada, solo otra compañera más. Pero por otra parte tampoco puedo seguir tomándome a broma todo esto, porque al final sólo conseguimos que nuestra lucha sea tomada a cachondeo y que se nos ridiculice aún más por ser lo que somos, preciosas feministas y combativas incansables. En realidad no sé qué espero escribiendo esto, puesto que no voy a cambiar nada por dar mi humilde y triste opinión. Es solo otra queja más de una chica blanca de primer mundo que quiere hacer algo y no puede, porque me veo sin salida, me veo sin aire y noto que me ahogo. Necesito un espacio cada vez más grande para existir, porque siempre me he conformado con muy poco y he estado demasiado alienada. Esos tiempos quedaron atrás, el miedo y la vergüenza están desterrados de mi vida.
Ahora si lo puedo gritar con fuerza y pregonarlo a los cuatros vientos: soy feminista. Para vosotros, hombres con privilegios, aliados y no tan aliados, podéis tildarme de feminista radical. No me importa, para vosotros la razón, yo quiero la paz y el cambio, el progreso y el feminismo en el mundo. No quiero más violencia, más paternalismo, más patriarcado de ese que da arcadas, que nos dice lo iguales que somos mientras prohíbe y anula la libertad de la mujer, la verdadera emancipación. Y a los que niegan que el machismo sea estructural, les animo a que abran los ojos y se quiten esas telarañas mentales que tienen, o quizá sea miedo; no lo sé, pero es que tampoco me importa. Es necesario un cambio, una revolución feminista. Tranquilos, no vamos a hacer con vosotros lo que habéis hecho con nosotras siempre. No somos hombres. Y creo que ese es vuestro mayor miedo, el de que nos seais indiferentes, el de que no os necesitemos en nuestras vidas; algunas hemos aprendido la lección. No necesitamos ser la media naranja de nadie, no nos gusta que nos expriman; realmente se vive mal. Pero ya no sé ni lo que digo. Últimamente he perdido la noción de las cosas. Ya no sé si es mi imaginación, que se inventa todo, o es que esta sociedad está verdaderamente enferma. Que todo haya permanecido así a lo largo de la historia, sólo hace que crearme dudas y muchas preguntas que no tienen respuesta. Pero luego me doy cuenta al salir a la calle, al hablar con amigos, que nosotras siempre somos las culpables de todo, aun sin intervenir en las situaciones y noto la putrefacción del sistema.
Tranquilos no vamos a hacer con vosotros lo que habéis hecho con nosotras siempre. No somos hombres
Esta sociedad somete a un acoso constante a la mujer, ejerce un maltrato psicológico continuo en todas nosotras. El patriarcado es violencia, es competencia, y cualquier rivalidad siempre engendra odio, malestar y conflicto. Y yo no quiero nada de eso, no me representa. Parlamentarios que luchan constantemente para ver quién tiene el ego más grande, por ser alguien en vez de hacer cosas. El coletas queriendo ser protagonista y creyéndose el más feminista de todos, cuando si de verdad lo fuese entendería que ese ego y prepotencia son contrarias al feminismo, sabría escuchar, comprender y callar –tendría que saber que él también es un hombre blanco cis y hetero de primer mundo, que por mucho que no quiera oprimir, oprime y a base de bien–. No os preocupéis, tengo para todos. ¿Y Rajoy? Ese ser inmundo, carcamal viejuno que no sabe otra cosa que callar y cuando habla no logra estructurar una frase coherentemente. Ese que dirige un gobierno que ampara a corruptos, critica a todo dios pero que no hace nada que no sea chuparnos la sangre cada día un poco más. Que da soporte a unas instituciones franquistas, corruptas y que deja que juzguen y persigan a una niña que su mayor delito fue hacer un chiste sobre Carrero Blanco, cuando siguen habiendo miles de muertos enterrados en zanjas sin identificar de una guerra que siguen metiéndonos en la cabeza que no tiene vencedores ni vencidos. Este señor es el líder de un partido político que para celebrar el día de la mujer lo hizo dando clases de moda y maquillaje, básicamente. También podemos recordar todas esas veces que han hecho burla de nosotras por hablar del heteropatriarcado. Son todo amor. Por no mencionar, que no permite que dos mujeres que sean pareja y tengan hijos los puedan inscribir en el registro sin tener que aportar un progenitor hombre. ¡Menuda emancipación la nuestra! O todo es una gran broma, o hay que prenderle fuego rápido. Tenemos que purgar a todos estos parásitos que se están cargando a nuestra preciosa madre tierra.
El feminismo no puede ser residual
Luego tenemos a otra pandilla de estafadores, ese partido que tiene secuestrada la S y la O, que vive de rentas, del recuerdo algo distorsionado que tienen de otro hombre que fue un presidente bastante mediocre. En efecto, hablamos del inigualable Zapatero. Aunque sus medidas a favor de la igualdad fueron necesarias y todas las aplaudimos, fue más de lo mismo, feminismo rancio institucional que se quedó a medio camino de la nada. No nos bastan los pequeños logros, nuestras compañeras, nuestras hermanas sufragistas, las combativas de la segunda ola y las radicales de la tercera, no consiguieron votar, no consiguieron cambios esenciales en el desarrollo de los derechos civiles de la mujer, de nuestra liberación por medio de la mesura, de la compostura, y mucho menos lo pidieron por favor. No se puede pedir algo educadamente, cuando nos han enseñado a que no nos pertenece, que es de locos pedir algo así. Entiendo que muchos hombres nos tengan miedo, a nuestro espíritu rebelde, contestatario e inconformista. Intentamos ser libres y podemos sentir nuestras cadenas, el ruido que hacen cuando nos movemos. No como vosotros, que quizá sois igual de esclavos de un sistema que os pensáis que os favorece, vivís enamorados de vuestros carceleros. Sería muy duro darse cuenta de vuestro sometimiento y del que ejercéis en nosotras, aun cuando pensáis que hacéis lo correcto.
Es difícil estar cuerda en un mundo así y no perder la perspectiva, tener claro el norte. Pero no nos queda otra, tenemos que trabajar sin descanso, cada día es una lucha, cada paso una victoria. No nos conformamos con existir, con estar aquí, con ser un grupo, un movimiento dentro de este sistema. Lo queremos todo –no nos conformamos– queremos que el mundo entero sea feminista, por nosotras , por todas las que tienen que venir y por todas las que han hecho posible que hoy pueda estar diciendo esto, que sea consciente del peso de sus acciones y de la importancia de mis palabras. Tampoco nos conformamos con ser residuales, no podemos ser Izquierda Unida con un único escaño, nosotras nos merecemos el parlamento entero, ¿y sabéis qué? Lo vamos a conseguir. El feminismo no puede ser residual. Creo que ya he dicho todo lo que tenía que decir por ahora. ¡Pero yo qué sabré, sólo soy una chica!
Puede que el camino sea duro, pero la llegada será gloriosa.
¡Hasta el feminismo siempre, igualdad o muerte!