La autoestima y los halagos

El preu de la llibertat

Més de 10 anys de periodisme valent, crític i combatiu no adherit a cap partit. Aquesta llibertat ens ha costat subvencions i publicitat, seguim dempeus gràcies als nostres lectors. Fes-te mecenes per només 2€/mes.

¿Por qué actualmente cuesta tanto halagar a alguien sin que exista el prejuicio del interés?  Desde mi punto de vista creo que vivimos en una sociedad en el que hemos normalizado la crítica y el ridiculizar, mientras en contraposición se ha basculado hacia el carácter extraordinario el señalar, valorar y reconocer lo bueno ajeno. Ya no hablo desde el punto de vista del trabajo o ámbitos externos, quiero hacer hincapié en los vínculos y círculos más cercanos. Todas las personas cometemos fallos y conseguimos logros, todo ser humano tiene defectos y cualidades, pero reina el imperio del castigo y lo negativo ante el incentivo del premio o el reconocimiento positivo. Ya sea por culpa de los estereotipos, idealizaciones o comportamientos destructivos, crecemos y maduramos recibiendo ataques constantes a nuestra figura con todo lo que eso engloba, decenas de ataques diarios que no se ven contrapuestos con estímulos positivos. No sé si tiene relación directa o no, pero a día de hoy mostrar en público orgullo hacia nuestras cualidades y fortalezas conlleva que terceros se sientan atacados inconscientemente, incluso reaccionando vilmente a ello apelando a que se es pedante o irrespetuoso. Creería que se es pedante o que se actúa con superioridad cuando simplemente te ensalzas en base a tus cualidades en detrimento a los demás, que expones simplemente lo bueno sin tener consciencia de los defectos, algo inevitable porque vamos en pack.

Por una banda tenemos el sentirse atacado cuando no debería ser así y por la otra los que consiguen atacar sin darse cuenta, es el famoso y mal nombrado grupo de personas sinceras sin filtro alguno. Es esa gente que a boca pequeña te dice algo bueno y a boca grande te grita los defectos sin importar el cómo, cuándo y con qué finalidad. Todos hemos convivido o sufrido esta actitud, son destructores de autoestima andantes que se han labrado una apariencia y personalidad que les hace vivir en una zona de confort inmune a los demás. Por culpa de gente así y de personas que se autoalimentan de envidia o ineptitud diaria el pato lo paga gente inocente, personas que probablemente no merecían ese gesto, mensaje o comentario que arrastrarán hacia la lista de agravantes propios, lista que tendrán descompensada con 80 atributos malos la mayoría falsos y 10 buenos. ¿Hasta qué punto nos obligan a usar métodos de defensa a diario como corazas emocionales para evitar el agravio? Acostumbrarse a vivir a la defensiva acaba forzando que cualquier estímulo que recibamos de fuera nos parezca falso, intencionado o forzoso, nos obliga a veces a recular pasos y no disfrutar de ciertas cosas que precisamente no abundan como es el positivismo y los vínculos que nos pueden reforzar.

Este artículo simplemente busca reflejar un punto de vista propio más acertado o no, cada persona puede tener su propia percepción o vivencia, pero es algo que me apetecía compartir con todos y todas. Creo que debemos ayudarnos como sociedad a romper con ciertos hábitos o actitudes que no nos dejan levantar vuelo como deberíamos, filtros que no permiten explotar al máximo nuestras virtudes y que dan papel protagonista a nuestros defectos maximizados falsamente por una reacción irracional. Debemos buscar ejemplos de superación para admirar, aprender y disfrutar, en mi caso puedo decir que a mi lado tengo una persona que a tiempo presente me deja realizar esa tríada, buscad en vuestro entorno más cercano porque nunca es tarde para ello.