Dijo una vez Salvador Dalí que lo importante es que hablasen de uno, para bien o para mal, pero que hablen. Yo siempre he sido de los que pensaban como él, y me he considerado muy libre para expresarme como he considerado, cuando he considerado y con quien he considerado. No obstante, lo que hoy han visto mis observadores ojos me ha hecho reflexionar sobre esta máxima tan atemporal como extendida en nuestro país.
Hoy, justo al salir de clase, realizaba mi rutinaria lectura de mi Twitter Timeline (la cronología de tuits de la gente a la que sigues en Twitter, para quien no esté familiarizado) cuando ha llamado mi atención un anuncio de la multinacional alemana Media Markt. Tras haber sido denunciados por asociaciones de consumidores como FACUA por campañas sexistas (pincha aquí para más información), en el llamativo banner publicitario de su nueva campaña rezaba la frase “tarjeta black: llévate dinero extra para descontar en tus próximas compras con la nueva TARJETA BLACK de Media Markt. ¡Hasta 300 € de descuento para gastarlos como tú quieras!”. Yo, iluso, joven e idealista, he decidido acceder al enlace para ver la campaña publicitaria completa, pensando que se trataba de una broma pesada. Mi sorpresa ha sido, al entrar a la página web de la compañía, ver cómo habían usado la frase “¿Quién no ha soñado con convertirse en un pez gordo?” como reclamo para influir en el consumidor. Sí, era lo que parecía. Sí, se estaban riendo de nosotros.
Razonablemente estupefacto ante lo ocurrido, he decidido tuitearlo y la imagen y mi reflexión al respecto han sido 115 veces compartidas en poco más de dos horas, y el tuit
ha sido citado con frases como “a ver si os roban a vosotros, seguro que os hace gracia”, “ya veríais si os robaran como a nosotros” u otras más explicitas como la que proclama un célebre “qué puto asco”. Si tenemos en cuenta que el Caso de las tarjetas black (ubicado dentro del caso Bankia) muestra cómo algunos de los banqueros más importantes de nuestro país gastaron unos doce millones de euros de dinero sin declarar y bajo el desconocimiento de los auditores de los bancos mientras la pobreza afectaba al 22.1% de la población española en 2016 (más de diez millones de personas, según el indicador europeo AROPE) vemos la gravedad de la “broma” del gigante tecnológico.
Cuando llegó diciembre y vi en la Puerta del Sol el polémico anuncio gigante enunciando la frase “Oh, blanca Navidad” de la serie “Narcos” (que relata la vida del narcotraficante mexicano Pablo Escobar Gaviria), pensé que lo importante era que todos hablasen de la ficción, que al final la polémica de banalizar un tema que ha causado tantas muertes en un país como México iba a resultar beneficioso al gigante Netflix, pues España no ha visto a ningún cártel de la droga controlar a partidos políticos, sindicatos, empresas y demás focos de poder político y económico a la escala que allí se ha visto. Mi compañero de piso, la mayoría de compañeros de clase y muchos de mis amigos ya han visto la serie. Y sí, en este caso, Dalí tenía toda la razón.
Lo que vengo a poner hoy de manifiesto es que a veces, como en el caso de Media Markt, el hecho de querer llamar la atención (que en mi punto de vista es una cualidad innata e inherente al ser humano) puede jugarnos malas pasadas y puede contribuir a dejar por los suelos la imagen de marca de una corporación o la reputación de un artista. En nuestras manos está saber interpretar el contexto en que se emite cada mensaje para tratar de analizar cómo es la sociedad y cómo va a tomarse esta aquello que le quieras transmitir, ya seas un publicista, un escritor o un guionista de películas de serie B.
“La mediocridad depende del contexto”- David Foster Wallace.