“Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así”. El escritor Miguel Delibes, comenzaba con esta mítica frase su célebre novela El Camino, una frase que nos invita a reflexionar. Reflexionar sobre la idea del destino: de que toda acción tiene una reacción, y de que somos nosotros los que controlamos nuestra vida. Las personas, con nuestras decisiones, pensamientos y actitudes, emprendemos desde que nacemos un viaje, un camino a veces no muy bien señalizado, pero que se va cimentando y aclarando con los años. Golpe a golpe, verso a verso. Y es que, como decía el bueno de los Machado: caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Como decía, a veces ese camino no está bien señalizado. Por ello, acabamos tomando rutas erróneas. Y lo peor, es que cuando todo apunta a que estamos perdidos, seguimos remando en dirección contraria, pues nadie quiere admitir que se está equivocando y, así, nos ocultamos bajo nuestra propia cobardía. Hasta que el universo conspira, tropezamos con una piedra, se nos estropea la brújula y se rompen nuestras zapatillas. Y por supuesto, cuando nos levantamos y sacudimos el polvo, comienza a diluviar como en las películas. Y allí estamos, con cara de tonto, bajo la tormenta y sin paraguas, ahora sí lamentándonos de haber elegido el camino equivocado. Y en definitiva, de no saber rectificar nuestros errores.

¿Qué hacer cuando estás perdido? Escapadas iluminadoras, refugiarte en tu constante… Pero mirando un poco alrededor, creo que lo primero que hace la mayoría de gente joven en sus momentos bajos es escuchar música, a ser posible, de lo más sentimental. Es como una especie de ley no escrita, que dice que cuando estás “depre” tienes que escuchar a Beret. El que por cierto, la semana pasada, fue número 1 de la lista de los 40 principales con su tema Lo Siento. ¿Están la mayoría de oyentes de los 40 “depres”? Yo diría, que con todo lo que está pasando últimamente es España entera la que está perdida. Y por extensión, todos los españoles, un poco “depres”.

Seguramente, en el final de los días comprenderemos que la vida es una, y que todos nos equivocamos en algún momento. Así que relájate, disfruta y VIVE. Como dice el poeta David Martínez Álvarez (Rayden), vivamos en gerundio, ni por la fuerza de la costumbre ni por el miedo de la incertidumbre. Porque lo mejor ni ha pasado ni está por venir, está pasando. Porque las personas tenemos la oportunidad diaria de volverlo a intentar, de jugárnosla y rectificar si hemos fallado. La oportunidad diaria de ser valientes, de arriesgar y no conformarnos. Porque es muy fácil acabar siendo esclavos de nuestro don, de acomodarnos en nuestra estrecha zona de confort y creernos los mejores del mundo en nuestra burbuja. Pero así, pasarán los días y acabaremos siendo pequeñas personas cobardes, esclavas y limitadas por nuestro propio miedo. En definitiva, perdidos en mitad del camino, con la brújula rota, bajo la tormenta, y escuchando Beret.

Y como no luchar por lo que quieres solo tiene un nombre y se llama perder, luchemos. Luchemos para ser felices. Vivamos en gerundio. Tengamos la valentía de escoger una carrera “que no tiene futuro”, pero que es la que nos apasiona. La valentía de defender nuestros ideales, también los políticos. Digan lo que digan, piensen lo que piensen. Tengamos la valentía de ponernos una meta, y que cuando estemos perdidos en medio del camino, siempre haya algo por lo que luchar. Un objetivo, un destino, un motivo. Para que ser valiente no salga tan caro, y ser cobarde no valga la pena. Para continuar, golpe a golpe, verso a verso.

Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.