Hablemos del matriarcado

El preu de la llibertat

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Con el patriarcado a la orden del día, son muchos los que nos acusan de querer crear un matriarcado, porque “queremos venganza” y cosas así que una viene escuchando desde hace tiempo, pero con bastante más intensidad desde el pasado 8M. Sin embargo, el matriarcado nunca ha existido, una sociedad en la que las mujeres ostentasen el poder político en su totalidad, por desgracia, ha sido más un mito antropológico que una realidad contrastada.

Cuando en la década de los 70, 80 del pasado siglo, la antropología comenzó a dejar a un lado su enfoque androcentrista y etnocéntrico y empezó a surgir lo que se conoce como antropología de género o feminista se recuperó uno de los temas que ya se habían estudiado a principios del siglo XX, el de si había existido o no una fase matriarcal universal en los primeros albores de la historia de la humanidad.

Las antropólogas feministas decidieron recuperar algunas de las teorías anteriores sobre el matriarcado para revisarlas con una perspectiva de género y un claro enfoque feminista. Uno de los teóricos que realizó la que sea posiblemente la investigación más conocida sobre el matriarcado es Johann Jakob Bachofen.

Este antropólogo suizo con su conocida obra El matriarcado. Una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo según su naturaleza religiosa y jurídica (1861) defendía que había existido un matriarcado primitivo y que el patriarcado no es más que una respuesta a lo que el llamó “ginecocracia”, es decir, a un gobierno de las mujeres. ¿Por qué Bachofen defendía la existencia de este matriarcado? Según el pensador, la relación madre-hijo era la más importante en el seno de la sociedad, además, las sociedades primitivas eran promiscuas, la monogamia todavía no había llegado por lo que era casi imposible determinar la paternidad con seguridad mientras que la maternidad era indudable.

La monogamia llegó con las sociedades grecolatinas en las que, según explica Bachofen, ya era posible conocer la paternidad y se pasó de un parentesco natural (madre-hijo) a uno social (padre-hijo), fue, en este mismo momento cuando se cree que se instauró el patriarcado.

Sin embargo, las teorías de Bachofen nunca han podido demostrarse ya que no se puede considerar que haya existido en algún momento de la historia una sociedad matriarcal donde las mujeres hayan ostentado todo el poder político, sino que si han existido estas sociedades que se pueden denominar matrilineales, en la que la línea de descendencia se trazaba a partir de la madre. Estas sociedades están consideradas como más igualitarias que el patriarcado, pero, sin embargo, en la mayoría de ellas el poder que ostentaban las mujeres era más social que político.

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Aunque la existencia del matriarcado no se haya demostrado, si que podemos, con la teoría de Bachofen, más o menos, situar la creación del patriarcado, o al menos explicarla como una reacción, si el patriarcado surgió como respuesta a la “ginecocracia”, eso quiere decir que otras formas de organización no patriarcales han existido y, por tanto, pueden volver a existir.

En medio de toda esta maraña de teorías sobre la existencia o no del matriarcado, la viabilidad del mismo, o la búsqueda del matriarcado como una esperanza feminista, destaca una mujer llamada Goul Davis, quien defendió la existencia de un matriarcado en su obra El primer sexo (1971).

Davis defendía la supremacía del poder de las mujeres ya que aseguraba que fuera de sociedades monógamas, las primeras relaciones eran las que se daban entre madres e hijas o hijos ya que los padres tenían muy difícil probar su paternidad.

Goul Davis describía el matriarcado más como un paraíso en la tierra que como un mundo real, decía de él que era un lugar en paz, donde los humanos recolectaban y vivían en armonía con la naturaleza y el resto de animales, mientras que el patriarcado era el caos. La antropóloga Aurelia Martín dice en su libro Antropología del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales (2006) lo siguiente respecto al matriarcado de Davis:

“Para Goul Davis, el matriarcado era el paraíso donde reinaba la justicia, la paz, la recolección y los derechos humanos, mientras que el patriarcado era el caos, la edad oscura donde desaparece la justicia, los seres humanos se convierten en carnívoros y surge la lacra de la propiedad privada. Considera, además, que la superioridad de las mujeres es innata (al igual que algunos antropólogos han defendido lo contrario) y que la forma de ejercer el poder de las mujeres es mejor que la de los hombres”.

Davis proclama una supremacía femenina y esto le ha llevado a ser motivo de críticas desde diversos teóricos que desacreditan sus teorías, sin embargo, durante siglos y siglos de historia los hombres no sólo han defendido la supremacía masculina, sino que se han empeñado en buscar pruebas “científicas” de la inferioridad femenina. Este hecho nunca fue motivo de descredite para estos autores que proclamaban nuestra menor inteligencia, nuestra vocación natural a la vida doméstica y nuestro histerismo inherente.

Si bien la teoría de Davis no se sustenta ya que está basada más en mitos que en hechos demostrables, y, por otro lado, plantea claramente una superioridad femenina en vez de una sociedad igualitaria donde todos, todas y todes viviésemos en paz, debo confesar que, a veces, me gusta fantasear con esa idea de un paraíso matriarcal, feminista y vegano donde todos los seres conviven en perfecta armonía, me imagino algo así como una ciudad de las damas de Pizan o un paraíso de Amazonas. Después abro la ojos y recuerdo que seguimos viviendo en un patriarcado, aunque, por otro lado, cada vez estoy más segura de que este patriarcado tiene los días contados.

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