Risto, etiquétame

El preu de la llibertat

Des del 2013 a Revista Mirall hem treballat per fer realitat un espai de periodisme valent, crític i combatiu. Seguim en peu gràcies al suport voluntari dels nostres subscriptors. Suma't des de només 2€/mes

Carta escrita por Espectadora Feminista Indignada.

Risto, etiquétame. A mí para empezar, porque sabes que no me importa, porque sabes que al revés, me encanta y no sólo lo llevo bien, sino que seguramente lo “merezco” y hasta lo disfruto. Cada vez que un presentador, o similar, te dedica una etiqueta te está haciendo un homenaje, un regalo. La etiquetación es el primer síntoma de la descripción de cualquier persona, generalizada o personal, da igual. Además, como alguien dijo una vez, bienaventurados nuestros etiquetadores, porque ellos nos darán publicidad, buena o mala. Así que etiquétame las veces que quieras, por mí que no falte.

Risto, etiquétame, que no pasa nada. Coger un comportamiento y ponerle el nombre que se te antoje nos hace estar más descritas, más encorsetadas, más en el punto de mira. Sin tabúes, sin límites, sin censura. Hasta 400 trolls dicen que se activan en nuestras redes sociales en cada etiquetamiento. Y liberamos insultos, disculpas y no sé cuántas expresiones más que nos hacen bien. Así que etiquétame fuerte, que a mí me va.

Risto, etiquétame. Empezando por el tema. Un tema que has elegido tú: la amistad entre dos personas de diferente sexo. Un tema que para mí es algo normal y sano, y no porque me interese defenderlo ahora, sino porque siempre he pensado que la amistad entre dos seres humanos mayores de edad y de mutuo consentimiento, era, es y siempre será sagrado e inocente. Han sido varios los etiquetamientos y comentarios sobre mi relación en el programa conducido por ti, que no voy a reproducir aquí porque no hace ni falta. Bueno, sí. Tú sabes perfectamente cuál, cuándo y tú sabrás el porqué. Fue un “calientapollas”. Pero por mí no te preocupes, repito que en mi caso estoy más que bien, gracias.

Sin embargo, ya que veo que te enoja mi caso de amistad tan profunda, ahí van otros casos tan reales como el mío con los que imagino que te vas a enfadar. Negaré que lo he escrito, pero llegan a mi ‘mail’ desde que me llamaste “calientapollas” en tu programa; no te preocupes y dile a tu conciencia que cada siete días tengo más.

Ahí va el primero: «Tenía un compañero de clase que se convirtió en mi mejor amigo. Siempre podía confiar en él. Nos contábamos cuando éramos felices y cuando todo se iba a la mierda. Hasta me confesaba que estaba enamorado de otra amiga común e hice lo posible por liarlos. Hasta nos íbamos de vacaciones juntos. Una noche que habíamos bebido mucho, intentó besarme y yo me aparté. Empezó a gritarme diciendo que para qué coño quedaba con él si no quería nada. Me dijo que era una guarra y se fue». Etiquétala a ella. Venga, va. Que se joda.

Espera, espera, que ahí va otro: «Mi ex novio un día me dijo de quedar, porque lo estaba pasando mal tras nuestra ruptura. Yo no le guardaba rencor y quería que quedásemos como amigos, así que me acerqué a su casa. Al rato de estar allí se puso a llorar pidiendo que volviésemos y le dije que no. Me empujó contra una pared y me dijo que me lo iba a hacer pagar por zorra. Que si no quería volver para qué coño había ido a su casa». Jo, éste incluye amenazas y exnovios. Las etiquetas que podemos poner.

- Publicitat -

¿Quieres otro? Mira, mira, con éste te vas a indignar: «Yo tengo 16 y mi primo 17. Nos hemos criado juntos y más de una vez nos dimos besos cuando éramos niños. Ahora intenta que nos besemos y cuando le digo que no me suelta que me prefería cuando era menos estrecha».

Más: «Soy una mujer de 38 años a la que violaron en un coche; conocí a un chico en un bar y me enrollé con él. Yo sólo quería magrearnos un poco y cuando le dije de parar, no lo hizo; me soltó que no puedo calentarlo así y luego no terminar». Ya le envío yo tus etiquetamientos, va.

Insisto en que todos son tan reales que hasta duele leerlos, cuando quieras te paso sus ‘mails’ para que puedas etiquetarlas a ellas en su cara. Y entonces, si puedes, les explicas el daño al que estás contribuyendo tú y la gente como tú etiquetando a una chica, por su amistad con un chico, en los medios de comunicación. Mucho ha tenido que pasar para que en este país no esté bien visto criticar públicamente a parejas de amigos del mismo sexo, o de distinto color de piel. Enseguida son tachados de homófobos o de racistas. A que sí. Sin embargo, parece que todavía quedan ‘machistas’ que no entienden que el mismo derecho a vivir su amistad como les dé la gana lo tienen las parejas de distinto sexo.

Vamos, Risto, ríete. Que a mí no me vas a hacer daño. No a mí. 

 

 

- Publicitat -